Un acierto y una ilusión de Obama

23/May/2011

El Observador, Editorial

Un acierto y una ilusión de Obama

23-5-2011 El nuevo plan del presidente Barack Obama para aportar paz y orden al convulsivo Medio Oriente tiene un elemento provechoso y otro ilusorio. El respaldo financiero y político a las rebeliones populares en la mayoría de los países árabes desvincula saludablemente a Estados Unidos de su tradicional alianza con perdurables déspotas útiles y lo vuelca a favor de reformas democratizadoras. Pero su proyecto de apaciguar el conflicto entre Israel y los palestinos es un sueño condenado al fracaso desde el primer momento.
El plan de Obama, para salir de más de 60 años de confrontación se basa en la creación de un Estado palestino desmilitarizado y la renuncia de Israel a los territorios conquistados en 1967, que incluyen partes de Cisjordania y Gaza, así como Jerusalén Oriental. El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu de inmediato rechazó de plano devolver territorios que considera esenciales para la seguridad, o detener la expansión de asentamientos judíos en Cisjordania. Al contrario, el Ministerio del Interior acaba de aprobar la construcción de otras 1.500 viviendas en colonias israelíes en esa zona.
Las señales del lado palestino no son más alentadoras para restablecer las negociaciones de paz, virtualmente paralizadas desde hace tres años. La reconciliación de las dos grandes facciones que gobiernan a los palestinos, Al Fatah y Hamas, no augura relaciones menos belicosas con Israel. Mientras el régimen más moderado de Al Fatah en Cisjordania se mostraba más proclive a un entendimiento con Israel, los extremistas de Hamas, que controlan Gaza, han mantenido una constante puja bélica con Israel, asidua en ataques y represalias por ambos bandos.
La presencia de Hamas en una reunificada Autoridad Palestina implica, por otra parte, un papel más activo para esa organización, que es claramente renuente a desprenderse del armamento con que desafía la superioridad militar de Israel. Ante la negativa de Netanyahu a devolver territorios, los palestinos anunciaron que pedirán directamente a Naciones Unidas que los reconozca como Estado independiente. Aunque este paso se concretara, las condiciones en la región cambiarán poco y nada. La creación de un Estado palestino en sus disminuidos territorios actuales, en los que seguirán existiendo numerosos enclaves judíos, no mejorará las relaciones con su dominante vecino israelí.
Mejores perspectivas de éxito conlleva el giro de Obama hacia las revueltas en países árabes. Estados Unidos respaldó durante décadas a gobernantes autocráticos porque ayudaban a atenuar la confrontación árabe con Israel. Pero ya cayeron los de Egipto y Túnez y están en la cuerda floja los de Libia, Yemen, Siria y otros Estados, que enfrentan rebeliones de masas populares que se han extendido como reguero de pólvora. La nueva posición de Washington en este campo significa un impulso valioso a las revueltas en busca de libertades individuales y otros derechos básicos que nunca tuvieron, mejores condiciones de vida y elección de gobiernos algo más democráticos. Este aspecto positivo valida parte de la cambiada política que anunció Obama, aunque sea un sueño imposible de lograr su plan para lograr una paz verdadera y duradera entre Israel y los palestinos.